Desde Chile: Implicancias de la identidad de género en menores de edad

Causa perplejidad que Michelle Bachelet tomó el caso del adulto joven Rubén/Carla Gonzalez Aranda como motivo suficiente para incluir nuevamente a los niños y adolescentes en el proyecto de ley sobre identidad de género. Me pregunto ¿cuál es la relación entre el caso de Rubén/Carla e incluir a niños y adolescentes en dicho proyecto? Si bien Ruben/Carla se fue de su casa siendo un adolescente, es ya actualmente una persona adulta (19 años) para asumir responsablemente las costas de su proceso de cambio de identidad sexual.

El gobierno actual es imprudente en dar urgencia a una definición de identidad de género persistiendo obtusamente en la inclusión de niños y adolescentes. Este proyecto de ley puede llegar a ser trágico y con consecuencias irreversibles, además de ser incongruente con la Constitución en su artículo 19, inciso 10 correspondiente al derecho preferente y deber de los padres de educar a sus hijos y que el Estado debe ser garante de respetar el ejercicio de este derecho.

Simultáneamente la ley chilena señala que los niños y adolescentes no tienen discernimiento, es decir ellos no pueden dar su consentimiento para asumir responsablemente la magnitud de la ingesta de hormonas y menos el ser sometidos a la castración de sus órganos sexuales mediante cirugía.

Desde el punto de vista del desarrollo psicosocial, los niños no tienen criterio formado, pues denotan una importante inmadurez psico-biológica. Ellos tienden a ser altamente influenciables por sus adultos significativos, a quienes imitan y de quienes aprenden diversas materias día a día.

En el caso de los adolescentes, nos encontramos con una etapa sumamente compleja. Fuertes cambios hormonales gatillan el despertar sexual. Diversos cambios físicos afectan la estatura y la forma del cuerpo. La necesidad de consolidar la autonomía y diferenciarse de sus padres, muchas veces hace cuestionar la autoridad. Es la época de identificarse más con el grupo de amigos, de experimentar sensaciones nuevas, así como desafiar los propios límites, incurriendo en conductas impulsivas sin prever necesariamente las consecuencias de sus actos, etcétera.

Claramente, la niñez y la adolescencia son etapas del desarrollo humano altamente volubles como para otorgar a menores de edad la decisión de un “cambio de sexo” por sobre la voluntad de sus padres. Falacia es decir que los niños trans “no son corregibles” o declarar taxativamente que los tratamientos con niños trans no funcionan, pues estos casos siguen bajo investigación y debate científico. De hecho, algunos estudios extranjeros de tratamiento con niños trans muestran que un alto porcentaje de ellos abandonan la identificación sexual contraria a su sexo de nacimiento durante la adultez.

Empero el gobierno actual y los progresistas persisten ciegamente en defender el enfoque de género liderado por la ONU, pese a que los manuales internacionales de psiquiatría y medicina como DSM-5 y CIE-10 califican la disforia de género como un desorden mental. Se podría decir que es un acto cuasi criminal el pretender validar la capacidad de decisión en los niños referente a un “cambio de sexo” — que literalmente no es tal– otorgando las facilidades médicas para su consumación por sobre el consentimiento de los padres; y a aquellos padres que manifiesten su disentir se les acuse de discriminación sexual por oponerse a que sus hijos se sometan a tratamientos experimentales de hormonización y de cirugía para castrar sus genitales, mutilar ciertas partes de su cuerpo e implantarse prótesis para lograr parecerse lo más posible al “género” deseado.

El gobierno es perverso al pretender promocionar la “diversidad sexual” en todos los niños a través de la agenda educativa exponiéndolos a un modelo que –en vez de focalizarse en valores integrales como el respeto y la no discriminación entre alumnos– distorsiona la persona sexuada en su feminidad y masculinidad, estimulándolos a través de la lectura de manuales con imágenes que los excitan a la erotización precoz, a la masturbación, a prácticas de homosexualización y el experimentar sentirse diferente sexualmente. Peor escenario se configura para los padres hoy, pues el gobierno de Michelle Bachelet persiste ciegamente en que el proyecto de ley sea promulgado durante el mes de enero 2018 no dando valor a las asesorías de profesionales quienes han advertido de las consecuencias de aplicar esta ley sobre los niños y adolescentes.

Tamara Rojas Weisser, Psicóloga U. de Chile.

Fuente: http://elmuro.cl/columnas/implicancias-la-identidad-genero-menores-edad/

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