La comunidad nacional se encuentra enfrascada en la discusión, unos a favor y otros en contra, sobre la importancia de elevar como parte de los planes de estudio, el tema de la educación sexual. Debo confesar que existe mucha desinformación al respecto, por lo que es necesario que todos nos involucremos desde ahora para no dejarnos sorprender. El principal argumento que se esgrime por un sector de nuestra sociedad, los que están a favor lógicamente, es el alarmante crecimiento de los embarazos en un gran número de niñas que apenas tienen 11, 12 y 13 años de edad e, incluyendo, a adolescentes hasta los 19 años.
Sin embargo, vale preguntarse ¿realmente corresponde al sector educativo abordar el tema con nuestros adolescentes o debe ser parte de la responsabilidad de los padres de familia en el hogar y, desde luego, esa tarea ser fortalecida en los salones de clase? El problema es que muchos prefieren mirar hacia otro lado y, lo más grave, es que precisamente este se presenta con mayor incidencia en hogares disfuncionales; o sea, donde no hay figura paterna y con una peligrosa proclividad sexual en lo maternal.
Por otra parte, hay quienes se oponen al contenido del proyecto de ley 61 y el “manual operativo” del Ministerio de Educación.
Es que se limita la potestad de los padres de familia en el caso de la reglamentación legal y, en el otro aspecto, exponemos a los niños a la malicia, el morbo y la curiosidad inapropiada y al riesgo de enrumbarlos por el camino equivocado. Nuestros hijos y nietos están expuestos a un mundo en que la pornografía y otros elementos buscan y pretenden sonsacarlos e involucrarlos en un mundo que todavía no debiera estar a su alcance, como es el caso de las redes sociales y algunos medios de comunicación.
No puedo dejar por fuera en este análisis, la información a nuestro alcance en cuanto a que las autoridades se están dejando “sorprender”, si acaso ese es el término, por organismos internacionales que subrepticiamente abogan por el aborto, la venta de fetos, el uso de preservativos, etcétera, como camino para enriquecerse de manera desmedida. Está en manos de la comunidad exigir un diálogo abierto y sin verdades ocultas. Que nuestras autoridades entiendan que no estamos dispuestos a que nos sorprendan como si fuéramos los tontos útiles de hace algunas décadas.
*El autor es periodista.

Objetivos:
• Canalizar la voz de la ciudadanía ante autoridades públicas e instancias de la sociedad civil para hacer presentes sus derechos y promover sus deberes.
• Promoción, divulgación y defensa de los valores, derechos y deberes de la familia y de la vida humana.