El juez Brett Kavanaugh empezó a declarar este martes ante el Comité del Senado que lo examina como candidato a magistrado del Tribunal Supremo de los Estados Unidos. No será nada fácil que reciba el nihil obstat.
Propuesta por el presidente Donald Trump para cubrir la vacante creada por la renuncia del juez Anthony Kennedy, su candidatura es objeto de una dura batalla de Republicanos y Demócratas por el control del alto tribunal, institución clave en la contienda cultural y política en los Estados Unidos, y por extensión, en las democracias occidentales.
En vísperas de la audiencia en el Senado, el abogado del expresidente George W. Bush –enfrentado al presidente Trump– entregó a los senadores 47.000 documentos sobre las actividades de Brett Kavanaugh en la Casa Blanca, primero como consejero y después, como secretario del Gabinete del presidente W. Bush, entre los años 2001 y 2006.
Los Demócratas intentaron sin éxito que se cancelara la sesión, con el argumento de que necesitan tiempo para poder estudiar los documentos. Por el contrario, los Republicanos están interesados en una confirmación del juez Kavanaugh lo más rápida posible.
Su reputación de juez de ideas conservadoras centrará buena parte del interrogatorio de los senadores. Le preguntarán por la sentencia Roe vs. Wade, de 1973, que legalizó el aborto en los Estados Unidos, aunque el juez Kavanaugh ya ha dicho antes de la sesión del Senado que considera la famosa sentencia como “ley asentada”.
Las voces progresistas de la sociedad, como el New York Times, temen que la confirmación de Kavanaugh desequilibre el Supremo, escorándolo hacia una mayoría conservadora capaz de revertir la discriminación positiva por motivos raciales en los campus universitarios, de expandir el derecho a las armas de fuego, o de dar más protagonismo a la religión en la vida pública.
En su primera alocución a los senadores, el juez Kavanaugh ha prometido ser “un árbitro neutral e imparcial”, si lo confirman como magistrado. Aportó como prueba de su neutralidad las sentencias que ha dictado como juez del circuito federal de Apelación: “No decido los casos basándome en preferencias personales o sobre política. No soy un juez pro-acusación o pro-defensa. Soy un juez pro-ley”.
Está considerado como un miembro de la escuela originalista, una corriente de filosofía jurídica que postula la fidelidad de las sentencias a la letra de la Constitución y su significado en el tiempo en que fue redactada.
La confirmación o el rechazo de Brett Kavanaugh señala otro foco más de la polarización política y cultural en la dividida sociedad estadounidense. En un curso con elecciones legislativas a la vuelta de la esquina, cada batalla es la madre de todas las batallas en la nueva guerra civil americana.
Fuente: https://www.actuall.com/medios/brief-senado-examina-brett-kavanaugh/

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