A sus 6 años, Mario no puede, naturalmente, votar. No puede tomarse una caña ni encenderse un cigarro; no puede dejar de ir al colegio, ni trabajar; no puede decidir lo que come ni someterse a un procedimiento médico sin el permiso de sus padres o tutores y, en un proceso de divorcio o similar, un juez decidiría por él con quién tiene que vivir y cuántos días pasará con este o aquel progenitor.
En suma, lo que Mario piense o decida no tiene absolutamente ningún peso legal, cero. Si Mario dice que ha visto un fantasma, o que de mayor quiere ser astronauta, o que no va a volver a hablar a su hermana en su vida, los adultos sonríen o se enfadan o se preocupan, pero en ningún caso toman su decisión con la seriedad con que lo harían con una declaración equivalente por un adulto. Y tienen, naturalmente, razón, porque Mario tiene 6 años.

Objetivos:
• Canalizar la voz de la ciudadanía ante autoridades públicas e instancias de la sociedad civil para hacer presentes sus derechos y promover sus deberes.
• Promoción, divulgación y defensa de los valores, derechos y deberes de la familia y de la vida humana.