Por el Dr. Daniel Beltrán *
Un estudio recientemente publicado en la prestigiosa revista Science derriba el mito del “gen gay” y confirma que la herencia genética tiene una aportación muy modesta en el desarrollo de la homosexualidad (1).
Una colaboración internacional liderada por Andrea Ganna del Hospital Genético de Massachusetts usó datos de casi medio millón de personas para establecer correlaciones entre diferentes marcadores genéticos y la homosexualidad.
Para clasificar a los participantes según su orientación sexual se les realizó una pregunta sencilla: ¿Ha tenido usted alguna vez relaciones sexuales con alguien de su propio sexo?”. La respuesta afirmativa situaba al encuestado en el grupo de “no- heterosexual” y la negativa en el de “heterosexual”. Este tipo de muestreo representa uno de los puntos débiles de este estudio ya que está sujeto al criterio del encuestado, que pudiera optar por responder incorrectamente. Hay que tener en cuenta, por otro lado, que menos del 5% de las personas a las que se invitó a participar aceptaron hacerlo. Estas bajas tasas de participación podrían sesgar los resultados y señalar variantes genéticas más relacionadas con toma de decisiones que con la homosexualidad.
De forma independiente se les hizo a los participantes un estudio genético mediante la técnica conocida como «estudio de asociación de todo el genoma (GWAS)”, en el que se buscaron variantes genéticas (polimorfismos de un solo nucleótido o SNPs) que se presentasen con mayor frecuencia en el grupo “no- heterosexual” que en el grupo “heterosexual”. (Ver explicación en el gráfico siguiente).
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Durante este estudio los autores describen sólo 5 SNPs cuya asociación con la «no-heterosexualidad» es estadísticamente significativa. Cabe destacar que estos 5 SNPs se encuentran con una frecuencia alta en ambas grupos. Por ejemplo, en la posición definida por el SNP rs34730029 puede darse una «G» o una «T» (ver caja explicativa). Los «no-heterosexuales» representan el 4% de los hombres que tienen una «G» por un 3.6% de los que tienen una «T». Básicamente, una «G» en esta posición estaría asociada con una mayor tasa de homosexualidad. Sin embargo, esta aportación es muy baja. De hecho, si tenemos en cuenta la suma del impacto de los 5 SNPs «significativos», éstos llegarían a explicar menos del 1% de la homosexualidad, algo que dista de lo que puede considerarse como predecible o prognóstico.
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Por otro lado, los autores encuentran miles de SNPs con aportaciones muy modestas que no alcanzan valores significativos (pudieran deberse al azar). Cuando los autores suman el posible efecto de cada uno de los miles de SNPs analizados llegan a la conclusión de que la genética podría llegar a justificar como mucho, y en el mejor de los casos, del 8 al 25% de la atracción por personas del mismo sexo. Hemos de tener en cuenta que la enorme mayoría de estos SNPs no alcanzan ni por asomo una asociación estadísticamente significativa, por lo que su uso es muy cuestionable.
Cuando se encuentra una asociación significativa entre un SNP y un rasgo, en este caso la «homosexualidad», no significa que este SNP sea el causante del rasgo, sino que marca una región del genoma donde pudiera encontrase una mutación responsable. Por eso, se requiere la validación de los resultados obtenidos en un GWAS en otras poblaciones, así como estudios posteriores que demuestren que las variantes genéticas encontradas tienen un impacto real en algún proceso relacionado directamente con la determinación sexual. Sólo de esta manera se podría elevar una «asociación» a nivel de «causalidad».
Con el propósito de confirmar la asociación de los 5 SNPs con la homosexualidad, los autores intentaron replicar los resultados en tres grupos adicionales de homosexuales (total de 3,000 personas). Sin embargo, sólo corroboraron la asociación con la homosexualidad en 3 de los 5 SNPs, teniendo en cuenta la suma de los tres grupos de homosexuales. De hecho, ninguno de los 5 SNPs fue corroborado en cada una de las tres muestras adicionales analizadas.
Cuando una patología o rasgo se debe a mutaciones en diferentes genes es porque estos genes están implicados en un mismo proceso biológico. Este escenario se ejemplifica muy bien en un estudio reciente de GWAS en pacientes con depresión clínica2. En este estudio los SNPs significativamente asociados con depresión clínica afectaban a genes que se expresan en la región del cerebro implicada en depresión, el lóbulo prefrontal. De forma parecida, cabría esperar que en la cinco regiones significativamente asociadas con la homosexualidad se encontrasen genes que se expresaran en el mismo tejido o que tuvieran funciones relacionadas entre sí. Sin embargo, Ganna y colaboradores no encontraron que los genes cercanos a los 5 SNPs «significativos» tuvieran ningún patrón de expresión común.
Los autores se lanzan entonces a la búsqueda de posibles genes candidatos en las regiones marcadas por los 5 SNPs. Sin embargo, no encuentran ninguna relación directa entre ninguno de los genes y la determinación sexual.
El análisis que hacen de los genes candidatos es altamente conjetural, y los autores no han sido capaces de definir ningún factor de riesgo que pudiera conferir una predisposición a la homosexualidad.
Por último, comparando los resultados obtenidos en este GWAS con los de otros depositados en bases de datos, los autores encontraron que varios rasgos de personalidad (soledad y apertura a la experiencia), conductas de riesgo (fumar y consumo de cannabis) y trastornos de salud mental están significativamente correlacionados con el comportamiento sexual hacia el mismo sexo. En una escala del 0 al 1, en la que el cero significa que no hay asociación, el comportamiento sexual entre personas del mismo sexo se correlacionó genéticamente de forma positiva con varios rasgos psiquiátricos o de salud mental, como por ejemplo, depresión, (0.44 en mujeres, 0.33 en varones) o esquizofrenia (0,17 en mujeres, 0,13 en hombres). Estos resultados han de ser considerados de forma muy cautelosa, pero pudieran llegar a indicar que los posibles factores de riesgo para la homosexualidad lo fueran también para trastornos mentales. Si esto fuera probado, sus ramificaciones en el campo de la psicología clínica serían innumerables. Hemos de tener en cuenta que parte de estas asociaciones pueden también deberse al tipo de muestreo realizado y a la baja tasa de participación, que pueden haber introducido un sesgo en los resultados.
CONCLUSIÓN
Resumiendo, estas son las conclusiones derivadas de los resultados presentados por Ganna et al:
- No existe ningún gen que determine el comportamiento homosexual.
- Los 5 variantes genéticas que se han asociado con la homosexualidad no llegarían si quiera a justificar el 1% de la homosexualidad.
- Aún no se ha demostrado que ninguna de estas 5 variantes genéticas den una predisposición a la homosexualidad. Ninguna de ellas afecta genes con una relación directa con la determinación sexual.
- El muestreo de este estudio puede haber generado algún sesgo que haya favorecido la detección de genes relacionados con la toma de decisiones.
- Es posible que haya una asociación genética entre homosexualidad y trastornos mentales.
Artículos de referencia.
- Ganna, A., et al. (2019). Science, 365: eaat7693.
- Howard, D.M., et al (2019). Nature Neuroscience, 22: 343–352.
- Fadista et al (2016). European Journal of Human Genetics, 24: 1202–1205.
- Tamiya, G., et al (2005). Hum. Molec. Genet., 14: 2305-2321.
- Sladek, R., et al (2007). Nature, 445: 881-885.
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Doctor en Biología Molecular por la Universidad Autónoma de Madrid y ha dedicado su carrera de investigación al descubrimiento de genes implicados en patologías, tales como alcaptonuria, epilepsia de Lafora, síndrome de Walker-Warburg, y cánceres derivados de epitelio. Cuenta en su curriculum con decenas de artículos publicados en las revistas científicas más prestigiosas del mundo y numerosos reconocimientos internacionales.
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