Por siglos la educación sexual ha sido un tabú, la sexualidad dentro del ámbito religioso tenía una connotación negativa, por lo tanto, era “mal visto” opinar sobre estos temas. Hace algunas décadas, con la revolución sexual, este mito se rompió, pero, lejos de dar una educación sexual en casa, se convirtió en un tema que los jóvenes exploraban con amigos y por medio de la televisión o las revistas.
El día de hoy, vivimos en un mundo hipersexualizado, donde mucha de la información captada hoy por las nuevas generaciones esta llena de mitos, prejuicios, tendencias e ideologías. Por otro lado, el concepto de educación sexual en casa o en la escuela es reducido a una charla sobre genitalidad y reproducción. Mientras que, la sexualidad abarca mucho más que esos tópicos.
El sexo es inherente al ser humano, se nace hombre o mujer, nuestro ADN tiene una marca cromosómica permanente. Nada puede cambiar esta realidad. Sin embargo, la sexualidad, es decir, todo lo que pensamos, sentimos, experimentamos y vivimos en el área sexual y relacional es una función aprendida. De manera que la información recibida y las experiencias vividas influyen en las decisiones sexuales.
Los animales tienen una sexualidad instintiva, ellos no necesitan aprender, ya que sus instintos los llevan a funcionar sexualmente. El ser humano, por ser de naturaleza diferente y compleja desarrolla su sexualidad mediante el aprendizaje. Es por eso que la poca, buena o mala información en el área sexual pesará en sus sentimientos, atracciones y elecciones. Entender este diseño nos muestra la importancia de la educación sexual desde temprana edad.
Una correcta educación sexual es brindar información actualizada y verás acerca de sexualidad junto con la transmisión de principios y valores. La ignorancia en el tema de la sexualidad no favorece a la inocencia sino impide disfrutar de la plenitud sexual, y a su vez la carencia de principios lleva a una vida libertina que desencadena en una degradación interna. Es por esto la urgencia y necesidad de la educación sexual.
La educación sexual impartida en las escuelas puede ser beneficiosa como peligrosa, dependiendo del tipo de información que se le dé al niño o adolescente y de los valores o antivalores que se le transmitan. Lo cierto es que esta educación afectará su forma de verse a sí mismo, de ver a los demás, la pareja que elija y el estilo de vida o practica sexual.
Es por eso que, como padres, necesitamos estar preparados para dar a nuestros hijos la educación sexual que va a formarlos para ser hombres y mujeres de integridad el día de mañana. Es necesario aprender sobre estos temas para poder enseñárselos continuamente, responder sus preguntas, abordar con naturalidad estos tópicos, enseñarles a poner límites, a poner filtros cuando reciban información externa y a reflexionar sobre sus elecciones.
Una familia que imparte educación sexual estará protegiendo a sus hijos de las ideologías actuales y venideras, reforzando los principios sobre la familia, el amor y la vida.
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Objetivos:
• Canalizar la voz de la ciudadanía ante autoridades públicas e instancias de la sociedad civil para hacer presentes sus derechos y promover sus deberes.
• Promoción, divulgación y defensa de los valores, derechos y deberes de la familia y de la vida humana.