La mentira no es respetable

La mentira está de moda y se camufla muchas veces bajo palabras como “tolerancia” y “no discriminación”. Y, junto con ella, está de moda una forma particular de ver el mundo y las cosas que nos exige ser open mind (de mente abierta), que nos exige “respetar a todos” e, inclusive, “respetar todo”. Atrás quedaron los tiempos de la búsqueda y la exaltación de la verdad como ideal supremo. Atrás quedaron las verdades evidentes, objetivas y hasta científicas. Se han reemplazado las convicciones profundas de la razón, los principios claros y la moral categórica por el nihilismo relativista. Vivimos en la era de la posverdad. Hoy, decirle a alguien que está equivocado, es una ofensa intolerable y socialmente reprimible por las atentas hordas de la corrección política y sus ansias de linchamiento mediático.

El dogma prevaleciente del momento es “todos tenemos la razón”, todos. Aunque defendamos enunciados diametralmente contrapuestos, aunque unos digan que es blanco lo que es negro. Sin darnos cuenta que, al decir que todos tenemos la razón, estamos diciendo en realidad que nadie la tiene, que ya no hay ninguna razón, que la hemos perdido o, peor aún, que hemos renunciado completamente a encontrarla.

Mucho ha contribuido a esto la neo-lengua “inclusiva” y los innumerables eufemismos creados por el progresismo. Un feto es ahora un “producto” o un “conjunto de células”, un asesinato es ahora una “interrupción del embarazo” o una “muerte digna”, una disforia es sólo una “percepción subjetiva” o una muestra de “diversidad”, y un sexo es un “género”. Y los aceptamos así porque los medios de desinformación masiva nos lo enseñan todos los días, porque lo dicen los respetables “organismos internacionales” o, incluso, porque lo defiende nuestro propio gobierno y nuestros maestros. ¿Acaso pueden equivocarse todos a la vez? ¿Acaso serían capaces de una manipulación global de tal magnitud?..

Pero a pesar de todo esto, la verdad sigue existiendo, y nuestra razón la presiente. Como alguien dijo “se puede engañar a algunos por algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”. O como dijo otro “lo bueno es bueno aunque nadie lo defienda, lo malo es malo aunque todos los defiendan”. De vez en cuando nos elevamos sobre la ola de la infoxicación mediática y nos llegan chispazos de verdad, de objetividad, de sentido común y de auténtica ciencia que nos dice que algo anda mal, que nos hemos perdido en alguna parte del camino. Es que empezamos tejiendo anhelos inofensivos de un mundo mejor y hemos terminado enredados en una telaraña de confusión personal y social.

¿Habrá alguna forma de revertir todo esto?

Al menos en parte, sí. El movimiento pendular de la humanidad empieza a despertarlo de su letargo. En los países donde el relativismo progresista avanza es en donde se han comenzado a levantar movimientos contestatarios que reivindican la verdad. Acontecimientos inesperados han asombrado a las élites que creían consolidado el poder de la manipulación ideológica: el brexit en Inglaterra, la Manif Pour Tous en Francia, los acuerdos de paz en Colombia, la era Trump en los Estados Unidos, la ola celeste en Argentina, Vox en España, la nueva era Bolsonaro en Brasil y Con Mis Hijos No Te Metas en el Perú, son sólo algunos ejemplos. Hay esperanza.

Pero lo más importante no está en los movimientos de reacción social frente al huracán ideológico. Lo más importante es que vamos entendiendo la estafa semántica en la que hemos caído y le vamos perdiendo respeto a la mentira camuflada de verdad. Ya no nos impresiona la retórica ideológica, ya no logra deslumbrarnos el neo-lenguaje y su uso ambiguo de términos. Esto solo ha hecho que perfeccionemos nuestros filtros frente a la manipulación y que sean cada vez más efectivos.

Y, poco a poco, el concepto más importante sale a la luz: la mentira no es respetable. No se la puede aceptar como argumento previo a ningún debate. No se le puede dar jamás el lugar de la verdad. Y tampoco es aceptable las “medias verdades”. O hablamos con la verdad desde el comienzo o no hay diálogo posible. Cuando la mentira es usada contra la sociedad esta tiene el deber y el derecho de rebelarse, de salir a las calles y de empuñar la bandera de la verdad.

Es por eso que debe defenderse el valor único, inherente, absoluto, universal e irrenunciable de la vida humana, es por eso que debemos dejar en claro que el aborto no se trata sólo de la mujer, que el concebido es un ser humano con igual dignidad que los demás, que el aborto es un asesinato cruel, que no existe el derecho a matar inocentes, que los seres humanos nacemos hombres y mujeres, que la subjetividad no determina lo que soy, que los sentimientos no generan derechos, que la objetividad no es discriminación, que la discrepancia no es odio y que, tarde o temprano, la verdad triunfará.

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