Italia recientemente ha aprobado una ley de testamento vital que permite que los enfermos manifiesten si quieren seguir recibiendo tratamiento sanitario en caso de enfermedad grave -incluyendo la alimentación y la hidratación como tratamiento, por lo que puede también ser retirado-.
En España varias comunidades autónomas han aprobado leyes similares o están en fase de aprobación.
Y en Japón hace unos años el ministro de Finanzas pidió a los ancianos que se dieran prisa en morir porque suponen un gasto excesivo para las arcas del Estado.
Con este panorama, ha llamado la atención la noticia de que la farmacéutica Pfizer ha anunciado que abandona la investigación de los medicamentos contra el Alzheimer y contra el Párkinson tras el fracaso de los fármacos contra la demencia.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística de 2017, recogidos en el Informe Envejecimiento en red, los mayores de 65 años en España ya suponen más de 8,6 millones de personas de más de 65 años, lo que supone el 18,4% de la población en España.
Si se continúa con las tendencias actuales, ese porcentaje pasaría a ser del 25,6% en 2031 y del 34,6% en 2066. Eso significa un grave problema para el sistema sanitario.
Si además tenemos en cuenta que en España se estima que en torno a 1,2 millones de personas padecen Alzheimer y que cada 3 segundos se detecta un nuevo caso en el mundo, se comprende que se haya considerado a esta enfermedad como una epidemia del siglo XXI.
Parece que todos estos datos deberían empujar a las farmacéuticas a encontrar alguna cura, y ciertamente así ha hecho.
En el caso de Pfizer ha dedicado miles de millones a investigación que no han dado resultado y por eso han decidido abandonarla y dedicar sus esfuerzos a otras áreas, caso de las vacunas, como las que existen contra la meningitis o los pneumococos, según afirma La Nuova Bussola Quotidiana.
El medio italiano lanza la siguiente pregunta: “¿Si las enfermedades neurológicas son la verdadera pesadilla económica y sanitaria de Occidente, por qué se establecen otras prioridades de trabajo?
Quizá porque las enfermedades neurodegenerativas son -fíjate tú- patologías seniles, patologías invalidantes que afectan a la así llamada “calidad de vida”. Y para estos problemas hay una solución fácil: la eutanasia”.
La Nuova Bussola no quiere afirmar que haya una relación directa, y Actuall tampoco, pero podemos seguir tirando del hilo.
“Son las enfermedades -Alzheimer y Parkinson- sobre las que la cultura pro-eutanasia moderna se está concentrando. La reciente ley votada en el Parlamento italiano sobre la Disposición Anticipada de Tratamiento (DAT) va en esta dirección: crear las condiciones, y sobre todo, una mentalidad favorable a la eliminación de las vidas consideradas indignas de ser vividas“.
Seguramente Pfizer ha mirado sólo números y ve que su negocio está en otro tipo de áreas, pero también “es normal que uno se pregunte si, no sólo las empresas farmacéuticas, sino también las instituciones públicas y los centros de investigación universitarios, no hacen todo lo que sería científicamente posible y social y humanamente necesario y debido.
Es decir: ¿para qué estudiamos estas enfermedades de viejos si podemos recurrir a la eutanasia?”, explican en La Nuova Bussola Quotidiana.
Hay otros precedentes: “La renuncia a estudiar la infertilidad porque ya existe la reproducción asistida, una práctica muy lucrativa”.
Así que recordando al ministro japonés del inicio del texto que animaba a los ancianos del país a morir rápido y las previsiones del número de ancianos que habrá en España, uno puede preguntarse: ¿vale la pena seguir investigando enfermedades (de ancianos) si se legisla la eutanasia?
Fuente: https://www.actuall.com/criterio/vida/vale-la-pena-investigar-el-alzheimer-si-se-legisla-la-eutanasia-veamos-que-hacen-los-laboratorios/

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