Es innegable. Las políticas públicas a nivel del Poder Ejecutivo, pasando por la presidencia del Consejo de Ministros, hasta organismos constitucionalmente “autónomos”, como la Defensoría del Pueblo, han sido alineadas a la agenda ideológica, progresista, feminista, con todo lo que ello implica: Despenalización del aborto, legalización de la marihuana, enfoque transversal de género, etc., bajo el pretexto de tratarse de “derechos humanos”.
Estos temas son la prioridad de este gobierno, que burlándose de la buena fe de los peruanos, consagró a nuestro país, vía nuestro actual presidente Pedro Pablo Kuczynski (quien “personifica” y representa a la nación) al Sagrado Corazón de Jesús. El análisis de la incoherencia de este evento no merece mayores comentarios.
De esta manera, “Agua para todos” se ha convertido en “Género para todos”, y la defensa de los menos favorecidos, o del ciudadano que teme contestar su teléfono en la vía pública, ha quedado relegada, para dar paso a la inversión de cuantiosas sumas de dinero, en campañas como: “#UnaSolaFuerza”, las políticas públicas agresivas del llamado “enfoque de género”, el subsecuente pago a funcionarios del gobierno, para que “trolleen” en redes sobre lo maravilloso que es este gobierno, y, como cereza del pastel, tenemos a nuestro actual mandatario conduciendo un programa de televisión en señal abierta, cuando podría estar en funciones como presidente.
Estos sucesos no hacen más que llenar de impotencia a quienes, como peruanos, nos sentimos ignorados –por decir lo menos– por un presidente que prefiere escuchar los consejos y elogios de quienes sirven a intereses ajenos a la defensa de nuestra identidad y principios, con la venia de la prensa –con muy raras y honrosas excepciones–, ONGs, colectivos ad hoc y encuestadoras a la orden; en definitiva: Una Sola Fuerza, sí, pero para esta agenda.
De acuerdo al Latinobarómetro de octubre pasado, lo que más preocupa a nuestro país es la corrupción y la inseguridad. Sin embargo, para el gobierno es más urgente que desde el Ministerio de Salud, se dote de gratuidad al proceso de hormonización para la persona “transfemenina” (hombre que se cree mujer). También es prioridad, que se establezca, desde el Ministerio de Educación, la “no discriminación” por identidad de género, y orientación sexual, en la Política Nacional del Deporte (con respecto a esto último, una pregunta aparte: Si debemos “respetar” a una persona en su identidad sexual, cómo debemos tratarla entonces, ¿no es con aquel sexo con el que se siente identificada? ¿No crearía esto una desventaja entre las mujeres y quienes se sienten mujeres, pues estas personas tienen toda la composición muscular y ósea de un hombre?) El gobierno sabe que medidas como esta no serían fácilmente aprobadas, si fueran pasibles de ser debatidas en el Congreso, que en líneas generales ha demostrado, en buena cuenta, representar el sentir de la mayoría.
A los ciudadanos nos queda vigilar y estar en pie de lucha, pues amenazan con importar antivalores (de contrabando, en su legalidad), en nuestro país. El modus operandi es el mismo, y en todos los rubros: Se cogen casos marginales sobre determinado tema, se “sensibiliza” a la población con una prensa zombificada ante la agenda progresista, y luego, de esos casos, marginales, se pretende crear políticas públicas, que la mayoría de peruanos debe aceptar sin protestar.
Se pretende así convertir al Perú en el anexo de una agenda globalista-comunista herida de igualitarismo, que nada tiene que ver en su ideología, con la defensa de los verdaderamente vulnerables, siendo el más vulnerable de todos el no nacido. Se ha hecho mención de esto último, porque es conocida la paradoja de que por lo general, quienes defienden el “enfoque de género”, y pugnan por que sean reconocidas las más de 100 identidades sexuales, están a favor del aborto: de la eliminación de un cuerpo que es ajeno y no propio de la mujer que lo lleva en su vientre. Por cierto ha llegado al Perú, “She decides”, dicho en Español, “Ella decide” (o más bien “Ella delinque” pues el aborto es delito en el Perú). Pero ese es otro tema.
Lo que queda claro es que si permitimos que agentes externos dicten las políticas públicas en nuestro país (y ellos conocen perfectamente el método para intentar lograrlo), nuestra Constitución no debería describirnos como país “soberano”, porque no lo somos, tampoco deberíamos entonar: “Somos libres (…)”, cuando se insiste con proyectos de ley que pretenden sancionar a todo aquel que está conforme con lo que la ciencia ha establecido por años, y en contra de lo que pregonan hoy conceptos sociológicos, pertinentes más a la pseudociencia que a la sociología propiamente dicha.
Los peruanos, o al menos la gran mayoría, no consentiremos esto.
Por Isabel Soto Bardales
Abogada. Miembro de la Red de Abogados por la Defensa de la Familia – RENAFAM

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