El diario El País publicaba el lunes 26 de febrero un interesante artículo sobre la nueva pedagogía feminista y su introducción en las escuelas. Interesante porque muestra cómo en la escuela se están filtrando un cierto tipo de feminismo en el que más que solucionar problemas parece que genera unos nuevos.
Uno de los primeros aspectos a debate es el patio. Y es un tema que lleva bastante tiempo en el candelero. Los colegios, quizás a ejemplo del papá Estado que cada vez trata de reglar más el comportamiento de las personas, tratan de organizar hasta los recreos. El fútbol tiene que dejar paso a juegos inclusivos, ya que hasta ahora al fútbol juegan mayoritariamente los niños y las niñas juegan en los porches o en el exterior del patio.
Lo que ocurre es que muchas veces las niñas no están interesadas en jugar al fútbol y prefieren otros deporte o no jugar. Además, si estamos a vueltas con la igualdad, ¿por qué regular la igualdad? Si se hiciera un experimento y durante un tiempo el colegio obligara a tener recreos con juegos inclusivos, eso seguiría siendo así mientras los maestros estuvieran pendientes de que fuera así. Si dejaran de reglarlo, seguro que al cabo de un tiempo, las cosas regresarían a como eran. ¿Por machismo? No. Sino porque en la mayoría de los casos, las niñas tienen unas preferencias y los niños otros. Y hay una parte educacional y otra, muy importante, biológica.
Ahora que está tan de moda -y se critica tanto a los papás helicóptero-, se pretende hacer lo mismo en los colegios.
“La educación no es neutral y es la responsable de reproducir sociedades desiguales, donde lo masculino se asocia con poder y superioridad, y lo femenino con la sumisión”
Para lograr una buena implantación, qué mejor que el profesorado. Para ello hay que formarlo e implantar nuevos programas académicos, ya que según explica Irene Martínez, profesora asociada de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense y autora del trabajo Construcción de una pedagogía feminista para una ciudadanía transformadora, “la educación no es neutral y es la responsable de reproducir sociedades desiguales, donde lo masculino está asociado con poder y superioridad intelectual o física y lo femenino con sumisión y dependencia”.
Pero curiosamente, en los datos que ofrece el artículo posteriormente, se dice que según el Instituto Nacional de Estadística, en el curso 2014-15, el 97,6% del profesorado en Educación Infantil lo componen mujeres; en Educación Primaria son el 81,9% y en ESO y Bachillerato son el 57,2%. Es decir, que esas estructuras y los responsables de reproducirlas son mujeres en su mayor parte. Entonces hay algo que no encaja. Quizás, y sólo quizás, es que ese problema no es tal. Además de que los padres quieren que a sus hijos se les eduque y no que se les adoctrine.
Y como todo lo que toque el feminismo en su lado más ideológico, el tema afectivo sexual está presente. Y la tendencia es incentivar la estimulación, cierto autoerotismo, porque según una de las pedagogas, “el patriarcado nos hace pensar que el placer en nosotras es malo y en la escuela los pocos talleres sobre sexualidad giran entorno a la contracepción y a la prevención de enfermedades”. ¿Su brillante idea? Hablar de la masturbación femenina sin tapujos. Y en todo esto, ¿dónde vuelven a quedar los padres? Su queja: “Es incomprensible que todos los centros se estén volcando en la innovación pedagógica y ninguno hable de feminismos”.
El 97,6% del profesorado en Educación Infantil lo componen mujeres; en Educación Primaria son el 81,9% y en Eso y Bachillerato son el 57,2%
El artículo habla, como un gran avance el hecho de que un grupo de alumnas de entre 8 y 10 años de un colegio de Castellón han solicitado un taller de sexualidad -¿niñas de ocho años? y les recomendaban libros como El tesoro de Lilith de Carla Trepat -defensora de que a los niños de 4 años o incluso antes, se les hable de sexualidad o Cosquillas de Alba Barbé y Sara Carro, la primera investigadora en materia de ‘violencias transfóbicas’ y la segunda en prevención de la ‘violencia de género’.
Y claro está, ya para adolescentes, mejor hablar, como hace Patricia Raijenstein, de los mitos del amor romántico y de las maravillas del poliamor -relación de más de dos personas al mismo tiempo-, presentando las bondades del racimos de uva frente a la teoría de la media naranja. Es decir, introducir la ideología de género en la educación de los niños y adolescentes.
La cuestión principal en todo esto es ¿y dónde quedan los padres? ¿Son los colegios los lugares en los que se adoctrine a los niños? Para las defensoras del feminismo ideológico, es el lugar ideal. Es más, el lugar preferencial donde moldear en las mentes todavía dúctiles, la ideología que ellas quieren.

Objetivos:
• Canalizar la voz de la ciudadanía ante autoridades públicas e instancias de la sociedad civil para hacer presentes sus derechos y promover sus deberes.
• Promoción, divulgación y defensa de los valores, derechos y deberes de la familia y de la vida humana.