¿Qué sucede después del aborto?

CONSECUENCIAS EN LA SALUD MENTAL PROVOCADAS POR EL ABORTO INDUCIDO.

Psicólogo Ezequiel Baigorria[i]

Antes de comenzar a hablar de aborto inducido y premeditado, y sus consecuencias en la salud mental es necesario mencionar que centrar y hacer participar a la mujer de un crimen no es una solución. La mujer sabe que no es la  simple extracción de una muela, sino que se trata de una intervención quirúrgica sumamente invasiva, que pone en riesgo su propia vida con probabilidades de muerte. El aborto nunca mejora la condición mental de la mujer y, quien lo incite expone a la mujer con grandes mentiras ocultando los riesgos de esta práctica.

Acompañamiento al embarazo vulnerable.

Veamos cuáles son las causas que llevan a una mujer a considerar esta opción. Estas causas siempre son posibles de prevenir. En este sentido, cuando nos encontramos frente a un embarazo inesperado, el acompañamiento se constituye en el principal método preventivo.

Cuando hablamos de una mujer embarazada que considera la opción de terminar con su embarazo, estamos refiriéndonos a un embarazo en crisis o vulnerable. Esto es así por diferentes razones, ya sea porque ese embarazo no fue planificado o no fue deseado, por ruptura de la pareja, por temor al rechazo del entorno, etc. Definitivamente, son múltiples los factores que llevan a rechazar un embarazo. Lo más importante es saber que la mujer embarazada está atravesando una crisis y considera terminar con dicho embarazo, lo que lo hace vulnerable.

Algunos datos sobre el aborto:

  • 85% De las mujeres que consideran abortar, preferirían ser acompañadas durante su embarazo.[1]
  • Según un estudio realizado en EE.UU. donde el aborto es legal, el 64% de las mujeres que abortaron dijeron haberse sentido presionadas para hacerlo. Incluso por el asesor de la clínica.[2]
  • Más del 65% de las mujeres que abortaron sufren el trauma post-aborto.[3]

Definitivamente, la idea de terminar con un embarazo no es natural en ninguna mujer. De hecho, hasta los promotores del aborto reconocen que ésta es la última opción de una mujer embarazada. Muchos estudios, investigaciones y relatos de especialistas coinciden en que la mujer que accede a practicarse un aborto lo hace por presión del entorno cercano, generalmente de su pareja. De no ser así, jamás lo consideraría como una opción.

Según mi experiencia, en las situaciones que trabajé acompañando embarazos en riesgo y en la experiencia clínica con pacientes que vivenciaron un embarazo vulnerable y lo relataron posteriormente, al momento de considerar la idea de terminar con un embarazo existen dos factores determinantes:

  1. La mujer que considera la opción de terminar con un embarazo está atravesando una crisis. No voy a profundizar el concepto de crisis, pero lo que voy a señalar es que las crisis son temporales, tienen fecha de caducidad. Es decir que con el paso del tiempo se termina y lo que antes era preocupante y un motivo de angustia ya no lo es, aunque la situación no se haya modificado en lo más mínimo.
  2. La mujer que piensa abortar lo ve como la única solución a un problema, se encuentra “encerrada” y sin opciones, tiene un problema y considera que la maternidad agravaría el mismo. Si durante el acompañamiento se le ofrecen alternativas y diferentes soluciones a este problema, en la gran mayoría de los casos se abandona la idea del aborto.

La Dra. Ayelén Caffarena, abogada y voluntaria en la Asociación Más Vida y en un centro de acompañamiento a mujeres con embarazos no deseado, cuenta desde su experiencia: “Más del 64% de las mujeres que fueron acompañadas y que llegan a los centros no querían abortar. Lo hacían presionadas por su entorno.” (Caffarena, 2018). Esto significa que debemos prestar especial atención al contexto de la mujer que transita un embarazo en riesgo ya que la mayoría de las veces no es una decisión personal. La socióloga, docente e investigadora en Bioética Ségolène du Closel, al relatar su experiencia de acompañamiento a mujeres que transitan un embarazo vulnerable en Francia y en barrios carenciados del gran Buenos Aires, dice de manera convincente: “No conozco a ninguna mujer que se haya arrepentido de haber llevado a término un embarazo; sí conozco a muchas que se arrepienten de su aborto». (Du Closel, 2018)

Queda más que claro que la mujer que transita un embrazo en crisis no está interesada en abortar y que no hay que convencerla de no hacerlo. Muy por el contrario, la idea del aborto hay que implantársela de manera forzada. Solo con acompañar a la embarazada, contenerla y brindarle ayuda es suficiente para que desestime la idea de terminar con el embarazo, aún si éste no ha sido deseado.

Entonces, ¿Qué hacer ante un embarazo en crisis? ¿Cómo podemos acompañarlo? ¿Cómo afrontamos un pedido de aborto? Algunas sugerencias prácticas:

  • Acompañar psicológicamente. Escuchar el pedido de la mujer. Alojarla, contenerla y acompañarla sin juzgar.
  • Indagar las causas que la impulsan a tomar esa decisión. ¿Por qué dice que quiere abortar? Está comprobado que la mayoría de las mujeres solicitan un aborto por presión de su pareja.
  • Acompañar económicamente. Preguntar cuáles son sus necesidades. Facilitar ropa para la mamá y para el futuro bebé y sus hermanitos, alimentos, ayuda económica.
  • Brindar acceso a la justicia. Si está en una situación de violencia o bajo amenazas, acompañarla a realizar la denuncia correspondiente y solicitar alojamiento para la mujer donde esté fuera de peligro.
  • Brindar acceso a la salud. Acompañar en la realización de controles de embarazo y controles médicos de la madre.
  • Brindar acceso a un trabajo digno. La independencia económica facilita la posibilidad de salir de una situación de vulnerabilidad.

Cuando a una mujer que está transitando un embarazo en crisis se le ofrecen alternativas y soluciones, acompañándola, sacándola del entorno que la presiona, resguardándola, conteniéndola y escuchándola, desestima la idea de abortar y continúa con el embarazo en curso. Cabe agregar que, según mi experiencia y la de muchos otros profesionales, una vez llegado a buen término el embarazo, con la felicidad de la maternidad y de haber traído un niño al mundo, la madre agradece el acompañamiento y la contención y no se arrepiente de haber tenido ese hijo. Este agradecimiento es una idea que se refuerza en la madre con el transcurso de los años.

Síndrome postaborto. Un trauma psicológico imposible de ocultar.

¿Por qué le llamamos síndrome postaborto?

Primero necesitamos definir sintéticamente el concepto de trauma psicológico. Un trauma es un acontecimiento en la vida de una persona caracterizado por su intensidad, la incapacidad de la persona de responder a él adecuadamente y el trastorno y los efectos patógenos duraderos que provoca.

Etimológicamente, trauma es un término utilizado antiguamente en medicina y cirugía. Viene del griego y significa “herida”, el cual deriva de otro término griego que significa “perforar”, designa una herida con ruptura. Un trauma psicológico sería una herida, algo que dejó una huella, una marca imborrable en la psiquis de la persona.

El psicoanálisis ha recogido el término Trastorno de Estrés Postraumático (PST) transponiendo al plano psíquico tres significaciones inherentes al mismo: un choque violento, una perforación y las consecuencias sobre el conjunto de la organización. El trauma psicológico sería provocado por la exposición a una situación violenta en donde la persona se encontró incapaz de responder o evadir y no pudo procesar, superar o elaborar el duelo correspondiente ante la pérdida[4]. (Laplanche & Pontalis, 2004)

¿A qué nos referimos con síndrome?

Un síndrome es un conjunto de fenómenos que concurren unos con otros y que caracterizan una situación determinada (R.A.E., 2014). Hablamos de síndrome porque no es una situación aislada, ni un único caso con una única causa, pero que los síntomas y efectos son los mismos.

¿Qué es el síndrome postaborto?

Síndrome postaborto es un concepto acuñado por el terapeuta norteamericano Vincent Rue[5], investigador y psicoterapeuta especializado en la identificación y tratamiento de traumas y duelos asociados a la pérdida de un embarazo, incluyendo el aborto. Presenta este término por primera vez en el Congreso de los EEUU en 1981 luego de haber tratado cientos de mujeres que le enseñaron como experimentaron el aborto en forma traumática. Rue dice que el Trauma Post Aborto (TPA) es una constelación[6] de problemas de salud mental y lo identifica como un trastorno de estrés post traumático (TSP). Rue sostiene que ninguno de estos síntomas se encuentra presente antes del aborto y aparecen después del mismo. El Síndrome Post-Aborto (SPA) es un concepto paraguas que abarca estos “post efectos” psicológicos que aparecen luego de practicarse el aborto.

En 1975 Rue comparó síntomas de estrés post traumático de veteranos de guerra de Vietnam con la experiencia de hombres y mujeres que habían tenido un aborto. “– A medida que escuchaba las historias de mujeres sufriendo de depresión y ansiedad y otros síntomas, reconocí una semejanza entre ambos”, dice el terapeuta. Rue encuentra que el relato de síntomas y consecuencias de mujeres y hombres que se habían sometido a un aborto tenía similitud con el relato de veteranos de guerra. Tomó el término que relacionaba los síntomas de estos últimos y se lo adjudicó a las secuelas del aborto. Esto derivó en el término “Síndrome postaborto” (SPA). (Rue, 2018)

Como bien dice el Dr. Pablo Muñoz Iturrieta, el trauma del aborto es una realidad que no se puede negar:

Por más que la mujer lo haya visto como un “derecho”, siempre afloran la culpa, la ansiedad, la depresión, las memorias del momento y los pensamientos de suicidio, lo que muchas veces lleva a la mujer a caer en el alcohol o las drogas para escapar a la realidad del pasado… El síndrome de estrés postaborto es el nombre que se le ha dado a las consecuencias psicológicas del aborto, basado en el trastorno de estrés postraumático (PTSD) descrito en el DSM-V. Cualquier evento que cause trauma puede de hecho resultar en trastorno de estrés postraumático y el aborto no es una excepción. (Muñoz Iturrieta, 2019)

Un precedente en la teoría psicoanalítica.

Quisiera comenzar este apartado señalando una referencia de lo que hoy llamamos Síndrome postaborto en la obra de Sigmund Freud[7]. La misma se encuentra en el texto titulado “Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina” y dice de la siguiente manera:

No quiero dejar pasar esta oportunidad sin expresar, otra vez, mi estupefacción por el hecho de que los seres humanos puedan recorrer tramos tan grandes y tan importantes de su vida amorosa sin notar mucho de ella y aun, a veces, sin tener de ella la mínima vislumbre; o que, cuando eso les llega a la conciencia, equivoquen tan radicalmente su juicio. (…) En otros casos encontramos muchachas o señoras en graves depresiones, que, preguntadas por la causación posible de su estado, dan por referencia que han sentido, sí, un cierto interés por determinada persona, pero no lo tomaron muy a pecho y muy pronto despacharon ese asunto después que fue forzoso abandonarlo. Y no obstante, esta renuncia, al parecer sobrellevada tan fácilmente, se ha convertido en la causa del grave trastorno. O bien encontramos hombres que han puesto fin a superficiales relaciones con mujeres, y sólo por los fenómenos subsiguientes no pueden menos que enterarse de que estaban enamorados con pasión de ese objeto presuntamente menospreciado. También cabe el asombro por los insospechados efectos que pueden derivar de un aborto artificial, el acto de matar el fruto del vientre, decisión que se había tomado sin remordimiento ni vacilación. Así, nos vemos precisados a dar la razón a los creadores literarios que nos describen de preferencia personas que aman sin saberlo, o que no saben si aman, o creen odiar cuando en verdad aman. Parece que justamente el saber que nuestra conciencia recibe de nuestra vida amorosa puede ser incompleto, lagunoso o falseado con particular facilidad.[8] (Freud, 1976)

En el párrafo citado hay importantes declaraciones que merecen ser analizadas. Freud está relatando un caso de homosexualidad femenina explicando su origen en los procesos psíquicos. En el mismo está describiendo que, después de mucho tiempo de investigación, todavía continúa asombrándole que las personas puedan no tener noticias de un sentimiento tan importante como lo es estar enamorados de otra persona. De esto se desprende que si las personas podemos minimizar y reprimir un sentimiento tan movilizador y profundo como es el enamoramiento, lo mismo puede suceder con cualquier otro sentimiento sin importar su intensidad. Freud continúa diciendo: “Los seres humanos pueden recorrer tramos tan grandes y tan importantes de su vida amorosa sin notar mucho de ella.” Lo que nos lleva a considerar que hay sentimientos que pueden permanecer reprimidos durante años.

Menciona: “Muchachas o señoras en graves depresiones”, causadas éstas por sentimiento de enamoramiento minimizado y reprimido en el inconsciente. Es decir, señala “graves depresiones” como consecuencia de sentimientos reprimidos.

Continuemos. “O bien encontramos hombres que han puesto fin a superficiales relaciones con mujeres, y sólo por los fenómenos subsiguientes no pueden menos que enterarse de que estaban enamorados con pasión de ese objeto presuntamente menospreciado.” De esta oración se desprenden dos datos importantes para nuestro análisis. El primero es que los hombres también entran en la categoría de quienes pueden sufrir los efectos de un sentimiento reprimido. El segundo dato importante es lo que Freud llama “fenómenos subsiguientes” que indican las secuelas o consecuencias psíquicas de restar importancia a un sentimiento.

Finalmente, la oración que más nos interesa de este párrafo: “También cabe el asombro por los insospechados efectos que pueden derivar de un aborto artificial, el acto de matar el fruto del vientre, decisión que se había tomado sin remordimiento ni vacilación.” Equipara los ejemplos anteriores con los efectos de un aborto artificial[9]. De esto se deduce que para Sigmund Freud era claro y evidente que en algunos casos el aborto inducido tenía consecuencias en la salud mental de las mujeres que se sometieron a esta práctica. A estos efectos los llama “insospechados” porque se puede creer que la mujer meditó y analizó minuciosamente el acto y las consecuencias que podrían traerle antes de tomar la una decisión tan importante como lo es abortar.

También se destaca que llama “efectos” derivados de un aborto artificial, lo que indica que someterse a dicha práctica tendrá consecuencias en el psiquismo de la mujer luego de realizarse.

Otro elemento que se destaca en la misma cita es que Freud reconoce lo espantoso del hecho mismo de realizar un aborto, al que califica lisa y llanamente como: “el acto de matar el fruto del vientre”. En ningún momento a lo largo de su extensa obra Freud atribuye al aborto beneficio alguno para el psiquismo, lo que hoy podríamos entender como “empoderamiento” de la mujer, o algo por el estilo.

Es importante destacar que estos efectos se dan incluso si la decisión de abortar se había tomado “sin remordimiento ni vacilación”. Esto motivaría el asombro del que hablaba anteriormente el padre del psicoanálisis ya que, en un primer momento y hasta llevado a cabo el acto del aborto, no había señales del sentimiento de culpa en la mujer, quien además estaba completamente convencida de hacerlo.

La cita continúa mencionando a “personas que aman sin saberlo, o que no saben si aman, o creen odiar cuando en verdad aman.” Existen sentimientos reprimidos de los cuales no tenemos información o, si nos anoticiamos de ellos, erramos la interpretación de los mismos.

El párrafo finaliza con una conclusión interesante: “Parece que justamente el saber que nuestra conciencia recibe de nuestra vida amorosa puede ser incompleto, lagunoso o falseado con particular facilidad.” Pensando en un embarazo no deseado, podemos decir que una mujer puede no saber cuál es el sentimiento que tiene hacia el hijo que está en su vientre. Esto deriva en pensar que terminar con el embarazo no le traería ninguna consecuencia. Ella puede creer que ese hijo que está en su vientre no le produce ningún sentimiento positivo.

Podemos decir que, para Freud pueden pasar muchos años hasta que el aborto produzca efectos en el psiquismo al igual que en el enamoramiento reprimido. Aquello que se despreciaba y no valoraba resultó ser de gran importancia. También podemos pensar que uno de los efectos del aborto inducido es producir graves depresiones en los años posteriores a su práctica aunque la mujer esté completamente convencida y segura en el momento de realizarlo. También podríamos creer que para el padre del Psicoanálisis estos mismos efectos se pueden encontrar en el hombre (por el hecho de mencionarlo en la descripción estaría metiendo al hombre dentro de las personas que padecen estos síntomas), pero, lamentablemente, no tenemos los elementos suficientes para llegar a esta última conclusión en una cita tan breve.

Consecuencias psicológicas del aborto.

Además de las consecuencias físicas conocidas que provoca el aborto inducido en la mujer que se somete a dicha práctica (Inmediatas: riesgo de muerte, hemorragias, infecciones, perforación del útero; Tardías: esterilidad, embarazos extrauterino, otras) el aborto produce consecuencias psicológicas:

  1. Consecuencias subjetivas para la madre.
  2. Desplazamiento del padre.
  3. Consecuencias para los hijos.
  4. Secuelas en el profesional interviniente.

El síndrome postaborto en la mujer.

Sandra es mi nueva vecina, un día se acerca y me dice: – Veo que llevás el pañuelo celeste. ¿Puedo contarte algo? Ante mi afirmación comienza su relato. – Yo estoy en contra del aborto porque una vez aborté. Tenía 17 años, y quedé embarazada en una relación ocasional con un chico que solamente vi dos veces. Como no quería tenerlo, alguien me pasó el número de teléfono de una enfermera. Fui a verla y me dio 4 pastillas, me dijo que tomara dos y las otras dos iban vía vaginal. Yo no entendí y me tomé las 4 por la boca con un vaso de agua. Funcionó igual y despedí el feto. Pasaron más de 5 años. Al día de hoy tres o cuatro veces por semana me arrodillo al lado de la cama llorando con un profundo dolor y pidiéndole perdón a Dios por lo que hice. Al día de hoy Sandra no puede perdonarse por lo que le hizo a su hijo ni por lo que se hizo a sí misma.

El aborto deja secuelas en la salud mental de la mujer. Generalmente no se manifiestan en el momento de realizar el aborto, pero sí comienzan a aparecer con el paso de los años. Además de la culpa, el remordimiento y la angustia, existen otros síntomas comunes en las mujeres que accedieron al aborto. En algunas mujeres estos síntomas surgen a corto plazo, cuando pasa la crisis y el momento de tensión. En otras, algún hecho contingente los desencadena, esto puede suceder a los pocos años de haber abortado o pasadas algunas décadas. También existen muchos casos en los que el hecho desencadenante de estos síntomas es la llegada de un nieto. Es interesante saber que, durante los años anteriores al desencadenamiento de los síntomas, la mujer no ha tenido noticia alguna de las secuelas negativas del aborto. Como dice la conocida frase: “Es más fácil sacar al niño del útero de su madre que sacarlo de su mente y su corazón”. (De la Fuente & Dondo, 2018)

Los síntomas más comunes que se pueden encontrar en una mujer que se sometió a un aborto son:

  • Sentimiento de culpa.
  • Remordimiento.
  • Angustia.
  • Reintroducción de la experiencia vivida (revivirla de alguna manera).
  • Evitación y negación (igual a los síntomas de estrés pos-traumático).
  • Cambios de humor y en las creencias.
  • Estados de hiperexitación.
  • Estado de “desconexión de la vida” (síntoma del duelo sin resolver inconsciente, desconectarse de los propios sentimientos y sentirse “anestesiada”).
  • Depresión.
  • Ansiedad.
  • Abuso de sustancias, de alcohol.
  • Ideaciones y comportamientos suicidas.
  • Síndrome del aniversario.

La evitación y negación y la “desconexión de la vida” son dos fenómenos que emergen o se unen para proteger a la mujer de sentirse abrumada por los síntomas de “reintroducción de la experiencia vivida” (revivir la experiencia). Otros síntomas característicos son depresión, ansiedad, abuso de sustancias, de alcohol e ideaciones y comportamientos suicidas. El riesgo de padecer estos desórdenes mentales crece luego de realizarse un aborto comparado con mujeres que no tuvieron ninguno.

Otra característica es el “Síndrome del aniversario”, que es la intensificación de los síntomas en dos fechas particulares, la fecha en la que se ha producido el aborto y la fecha en la que podía haber nacido el hijo. También aparece la idea recurrente de calcular la edad que tendría actualmente, la fantasía de cómo hubieran sido los cumpleaños y eventos y ocasiones significativas en la vida de ese hijo o hija que no nació. Si no llegó a conocer el sexo, también es recurrente fantasear las mismas situaciones siendo varón y siendo mujer. Es importante mencionar el hecho de que si la mujer que aborta  tiene creencias religiosas previas, y el aborto va en contra de sus creencias, el impacto y la elaboración del aborto será mucho mayor que otra persona que no tenga tales creencias. Por otro lado, las mujeres que tienen peor pronóstico son las que han negado la angustia, desplazando al inconsciente los sentimientos que emergieron por causa del aborto.

Los investigadores españoles C. Gómez Lavín y R. Zapata García compilaron literatura acerca del síndrome postaborto y elaboraron una tabla de Criterios Diagnósticos del Síndrome Postaborto (SPA) muy útil para su diagnóstico, tabla que transcribo a continuación ( Gómez Lavín & Zapata García, 2004):

Para el diagnóstico de síndrome postaborto el paciente debe cumplir los criterios 1 y 2.

  1. El paciente presenta uno o varios síntomas de los apartados A y B y uno o varios síntomas de, al menos, uno de los otros apartados: C, D ó E
    1. Síntomas depresivos (depresión, tristeza, pena, pesar, llanto frecuente) y ansiosos (ansiedad, angustia, rabia) relacionados con el aborto realizado.
    2. Sentimientos de culpa (de vergüenza, de pérdida de autoestima y de autorechazo) e incapacidad para perdonarse por el aborto realizado (a veces con pensamientos de suicidio); deseos de «expiación» (de borrar la culpa, de purificarse de ella) y necesidad de reparar (de desagraviar, de satisfacer al ofendido), de remediar el daño o perjuicio cometido (a veces mediante un embarazo expiatorio de «de reparación»).
    3. Pesadillas recurrentes sobre niños perdidos, despedazados, mutilados o muertos; pensamientos recurrentes e intrusivos o flashbacks sobre el aborto o la criatura abortada; ilusiones y pseudoalucinaciones auditivas (oír el llanto de un niño), fantasía reiteradas de cómo hubieran sido las cosas si no se hubiera abortado.
    4. Evitación y/o rechazo de estímulos o situaciones que recuerden el aborto, sus circunstancias o consecuencias (noticias de embarazos o abortos; reconocimientos médicos o ambientes clínicos, la visión de recién nacidos o de niños pequeños, de ropas o silletas de niño, de chupetes, etc.); empeoramento típico de los síntomas en las fechas en que tuvo lugar el aborto o en que el niño debería haber nacido (reacciones de aniversario).
    5. Alteraciones conductuales relacionadas con emociones provocadas por el aborto: trastornos sexuales (inhibición o rechazo sexual, frigidez, promiscuidad); anorexia u otros trastornos alimentarios; abuso de drogas o alcohol; aislamiento social y falta de interés y atención para las tareas y obligaciones habituales; enfados repentinos y arrebatos de cólera; aceptación de relaciones interpersonales abusivas; gestos o intentos autolíticos.
  2. Los síntomas han tenido su inicio después de la realización del aborto y aunque pueden existir otros acontecimientos vitales concomitantes (sensibilizantes, desencadenantes, agravantes, etc.), se presume que ninguno de ellos forma parte del origen del trastorno.

Por último, con respecto a la mujer cuyo embarazo es producto de una violación, podemos decir que al trauma psíquico de la violación se le añadiría el del aborto, empeorado la condición posterior de la misma. Al fin de cuentas, en términos de salud mental, un aborto trae más problemas a la mujer que los que tenía antes del embarazo.

El síndrome postaborto en el hombre.

Tomando un café en un bar junto a un amigo me relata lo siguiente: – Hace muchos años, cuando era adolescente, tuve una novia que quedó embarazada. Éramos muy chicos y era inimaginable para nosotros la idea de ser padres. Ella nunca dijo que estaba embarazada, solo mencionó que tenía un atraso de varias semanas. Ambos sabíamos que era embarazo. Un día llegó con la noticia de que la madre la había llevado a ver a una mujer que le dio unas pastillas y que luego despidió algo en el baño que parecía un bebé, ella no paraba de llorar cuando lo contaba. Yo sentí alivio por un momento, pero estaba confundido. Con el paso del tiempo entendí que lo había abortado. Pasaron más de 20 años y todavía pienso en cómo hubiera sido su vida, que edad tendría, como hubieran sido sus cumpleaños, a que escuela hubiera ido. Siempre tuve la idea de que había sido un varón aunque ella nunca lo mencionó.

Se dice que la mujer es la segunda víctima de un aborto, pero no necesariamente es la última. Lamentablemente, un aborto deja más víctimas y otra de ellas es el padre. Si bien los datos estadísticos muestran que la mayoría de las mujeres abortan presionadas por su pareja, existen una gran cantidad de casos en los que la mujer toma la decisión sola sin consultarlo o comunicárselo al padre del bebé quien, en muchos casos, no estaría de acuerdo con la terminación del embarazo.

El mismo Vincent Rue también ha indagado sobre las consecuencias del aborto en los hombres llegando a la conclusión de que el hombre también padece síntomas de estrés post traumático luego de haber realizado un aborto. Según Rue, las reacciones que los hombres tuvieron después de un aborto son las siguientes:

Algunos se siente aliviados, la mayoría se siente desamparado, otros se victimizan, muchos se sienten enojados porque por ley no está permitido que formen parte de la toma de decisión y a algunos ni siquiera les cuentan sobre el aborto (Rue, 2018).

En mi experiencia clínica pude comprobar que en algunos hombres también se evidencia la existencia del síndrome del aniversario similar al de la mujer. De la misma manera en hombres como en mujeres, el aborto es tanto un aliviador de estrés como un generador de estrés. Alivia el estrés de un embarazo no deseado pero incluye nuevos problemas con consecuencias en la salud mental a mediano y largo plazo luego del aborto.

Una de las tragedias del aborto es que es arrojado a la decisión de la mujer únicamente, por eso hablamos de “desplazamiento del padre”. El hombre no está presente y no participa en la resolución de la crisis. Esto compone el dolor y el sufrimiento por el que pasa la mujer y también genera dolor en el hombre. También es verdad que muchos abortos suceden para prevenir la ruptura de una relación, pero las investigaciones demuestran que la mayoría de las parejas se terminan luego de un aborto.

Uno de los artículos más importantes sobre este tema pertenece al ya citado Vincent Rue quien, junto a Cynthia Tellefsen, plasman de manera magistral las secuelas del aborto en los hombres:

Algunos hombres están tan heridos por su función de aborto que abortan sus propias vidas. He tratado a mujeres cuyos compañeros se suicidaron porque no podían escapar escuchando las pequeñas voces implacables que decían: «Papá, papi, por favor, no me dejes morir». Y para el hombre que se levanta y se opone a un aborto, según la ley, no tiene recursos legales y no puede defender el derecho de su hijo a la vida. Su dolor está salpicado de impotencia y sentimientos de impotencia. Las palabras no son suficientes para evitar la muerte de su hijo. (…) En el único libro sobre el aborto y los hombres, Shostak describe el dolor del aborto masculino como la pérdida de la paternidad y una «herida que no puedes ver o sentir, pero existe»[10]. Al entrevistar a 1000 hombres, Shostak encontró:

* El aborto es una «experiencia de muerte» y, para la mayoría de los hombres, trata más emocionalmente de lo que esperaban.

* La reacción postaborto más común fue la impotencia.

* Los hombres a los que no se les ayuda a llorar por un aborto están aprendiendo cómo estar incluso menos involucrados como padres nutrientes en el futuro; y

* La mayoría de las relaciones fracasaron después del aborto.

En el mismo artículo los autores mencionan el valor fundamental que tiene la paternidad para los hombres ilustrándolo de la siguiente manera:

Un padre cuyo hijo murió a causa de un aborto describió su dolor de esta manera: «No estaba en la habitación; ni siquiera estaba en la clínica ese día. Pero en mi mente, he estado allí un millón de veces desde entonces. Yo He estado allí observando, rompiendo, queriendo rescatarte. En mi mente, necesito ser un héroe, no un asesino, el hombre que no huyó. Pero no lo soy. Soy el hombre que temo ver”. (Rue & Tellefsen, Los efectos del aborto en los hombres: su impacto emocional, psicológico y relacional., abril 1996)

Como bien lo dijo la socióloga Du Closel:

Los varones quedan excluidos de la decisión de su pareja, pero atrás de cada embarazo hay un hombre. Los hombres están empezando a hablar, se sienten desposeídos de un hijo, de una decisión de su paternidad. No confundamos la libertad con excluir al otro. Soy más libre cuando, en vez de pelear con la otra mitad de la humanidad, intento entablar diálogo. (Du Closel, Senado Argentina, 2018)

 Está claro que los hombres también sufren por causa del aborto. Ellos también pagan un alto precio por el “derecho a decidir” de la mujer. Matar también lastima a los vivos.

Síndrome de sobreviviente.

Una mañana me encontraba en mi consultorio, la secretaria me avisa que una adolescente que había venido a consulta en algunas ocasiones estaba en la sala de espera y pedía hablar conmigo. Al encontrarme con ella la joven cuenta, con lágrimas en los ojos y mucho enojo, que se había enterado que su madre había abortado a un hermanito suyo hacía varios años atrás. En su dolor menciona una frase muy significativa: –“Si lo hizo con él, podría haberlo hecho conmigo”.

También fue Ségolène du Closel quien relató en una conferencia la experiencia de 43 años de aborto legal en Francia y se pregunta ¿Qué pasa con los hijos de una madre que aborta? En la actualidad, 1 de cada 5 franceses es abortado en un país que tiene 200 mil abortos y 800 mil partos anuales. En la ciudad de París específicamente, 1 de cada 2 mujeres ha abortado. En consecuencia, un movimiento de jóvenes que se manifiesta abiertamente en contra del aborto dicen: “¿Qué sociedad nos están dejando? Mis padres abortaron. Podría haber sido yo el abortado.” (Du Closel S. , 2018). Son hijos de padres que abortaron y tienen conocimiento del hecho. Este movimiento se llama a sí mismo “los sobrevivientes”. Crearon una página Web[11] donde describen el síndrome del sobreviviente y cuentan experiencias y sus heridas, denuncian el aborto y dicen que existen otras soluciones. El Síndrome del Sobreviviente[12] del aborto fue descubierto hace pocos años por los psiquiatras Philip G. Ney[13] y Marie A. Peeters, y actualmente se encuentra en investigación intensiva. Todavía no hay cifras estadísticas. En la página los sobrevivientes describen los diferentes tipos de sobrevivientes de la siguiente manera: (Sobrevivientes, s.f.)

Un sobreviviente es alguien que sale vivo de la terrible lotería que se ha ejercido durante varios años en futuros niños por nacer. Se pueden enumerar tres categorías amplias de tipos de sobrevivientes:

  • Niños que no deberían haber nacido. Sus padres hubieran querido abortar pero no pudieron porque algo lo impidió. También pueden ser niños discapacitados, que habrían sido abortados si los padres hubieran conocido su discapacidad a tiempo. O, pueden ser niños que hayan escapado de un aborto fallido. Si los niños se enteran que no deberían haber nacido, tienen sentimientos muy ambivalentes y en conflicto con sus padres. Se sienten culpables de existir e incluso pueden sentir que sus padres todavía quieren matarlos.
  • Niños que nacen por casualidad. La vida de estos niños ha sido discutida durante el embarazo. Los padres dudaron, por diversas razones (presión familiar, situación familiar frágil, ausencia o presión del padre, dificultades financieras, sexo del niño, etc.), y finalmente optaron por quedarse con el niño. En última instancia es «deseado», pero es consciente de que su vida pendía solo de un hilo. El niño siente que no es digno de estar vivo y siente terribles obligaciones con sus padres.
  • Los hijos “sustitutos” de un hermano o hermana abortados. Son los niños que nacen después del aborto de un hermano o hermana, o posiblemente un gemelo. Son, en cierto modo, «sustitutos». Generalmente fueron hijos deseados, pero se preguntan por qué «ellos y no su hermano» se han mantenido con vida. Este fenómeno también afecta a los niños cuyos padres han abortado a un hermanito o hermana pequeña. Es posible que tengan la sensación adicional de no haber sido deseado. En un estudio sobre el impacto en las familias de los abortos genéticos, parece que incluso los niños muy pequeños reaccionan ante la angustia de sus padres y la ausencia de madre (hospitalizada por aborto) e hijo (que sospechaban que existía). El fenómeno es mucho más fuerte cuando se trata de un gemelo abortado. El sobreviviente tiene profundos resentimientos.

Efectos psicológicos en los profesionales intervinientes en un aborto.

Gosnell: the trial of America’s Biggest Serial Killer es una película norteamericana que se estrenó en cines en 2018, basada en hechos reales, que trata de la historia del Dr. Kermit Gosnell, quien durante décadas dirigió una clínica abortista en la ciudad de Filadelfia. Por causa de la muerte dudosa de una paciente, la clínica del Dr. Gosnell es allanada y se encuentran muchas irregularidades, siendo las más impactantes la realización de abortos en embarazos con más de 24 semanas de gestación (límite permitido en dicho estado). Como consecuencia de practicar abortos en embarazos tan avanzados era bastante frecuente el nacimiento vivo de los bebés. A lo cual, Gosnell, con total frialdad tomaba una tijera y procedía a cortarle la médula ósea a la altura del cuello. La película es muy interesante, no solo por el hecho de mostrar con crudeza la realidad de la práctica del aborto, sino porque describe de manera magnífica el perfil psicopático de un asesino serial que no tiene reparos en terminar tanto con la vida de un bebé como con la de la madre en el momento en que está dando a luz. La película se centra casi exclusivamente en el juicio al Dr. Gosnell y los testimonios de los empleados de la clínica. Uno de ellos es particularmente impactante: Una empleada de la clínica cuenta con horror que Gosnell asesinaba a los bebés nacidos vivos, pero hubo uno que, a pesar de que el siniestro galeno le había cortado el cuello con una tijera, todavía seguía vivo. La empleada, espantada y atónita, toma su celular y le saca una foto al bebé, fotografía que guarda en la memoria de su teléfono y que sirve como evidencia en el juicio al que es llevado Gosnell. Ante la pregunta de la fiscal sobre cuál fue el motivo de dicha acción, la empleada respondió: – “Sólo pensé en tomarle una foto para mostrar que estuvo aquí por un rato. La empleada quiso hacer algo para que el paso de ese bebé por este mundo no sea algo insignificante, que al menos alguien registró su corta existencia aquí en la tierra”[14]. (Searcy, 2018)

Otro grupo que no permanece inmune a las consecuencias del aborto son los profesionales intervinientes. El caso más resonante de todos y que cobró mayor notoriedad pública fue el de Abby Johnson, tras escribir su libro autobiográfico posteriormente llevado al cine, Unplanned[15]. (Konzelman & Solomon, 2019). En el mismo relata las experiencias de su paso como directora de una clínica abortista y que fue justamente el presenciar un aborto lo que la llevó a alejarse de este siniestro negocio.

La socióloga norteamericana Rachel MacNair realizó una investigación sobre los efectos psicológicos de los profesionales que practican abortos, basada únicamente en médicos pro-choice (a favor del “derecho a decidir”), enfermeras y publicaciones médicas oficiales. (MacNair, s.f.) En dicho artículo McNair menciona que únicamente se han realizado dos estudios serios sobre los efectos del aborto en los profesionales intervinientes. Uno de M. Such-Baer, editado en Social Casework en el año 1974 y el otro de K. M. Roe fue publicado en Social Science and Medicine en el año 1989. Dichos estudios destacaban en los empleados de las clínicas abortistas síntomas como pensamientos obsesivos sobre el aborto, depresiones, fatiga, ira, baja autoestima y problemas de identidad, ambivalencia, aislamiento de los colegas, resistencia a ir al trabajo, falta de energía, impaciencia con los clientes y un sentimiento de desasosiego general. Pesadillas, imágenes que no se iban y preocupación era elementos comunes.

En el segundo estudio realizado entrevistaron a 105 trabajadores del aborto, todos pro-choice (a favor del “derecho a decidir”), reveló que el 77% de estos empleados “habló del tema del aborto como un acto destructivo, de la destrucción de algo vivo.” El 18% habló de asesinato en algún momento de la entrevista. “Este tema tendía a surgir lentamente en las entrevistas y era siempre presentado con una evidente incomodidad”, describe Roe en su artículo.

Don Sloan, un médico abortista comprometido con la legalización del aborto, escribió en un libro: «Mientras el embarazo avanza, la idea del aborto se vuelve más y más repugnante para muchas personas, incluso para el personal médico. El estrés, la tensión y la presión de los profesionales intervinientes aumentan en la medida que el embarazo que hay que terminar está más avanzado.”

Según describe McNair en su artículo, las pesadillas relacionadas al aborto son muy frecuentes en los profesionales que intervienen en los mismos, tanto que se los menciona en casi todas las presentaciones sobre la salud mental de los empleados de clínicas abortistas. “Muchos de ellos dejaron de realizar abortos porque se convencieron de estaba mal, gracias a sus sueños sobre abortos”, relata la investigadora.

McNair menciona a Sallie Tisdale, una enfermera de una clínica de abortos, quien relató en un artículo para la revista Harper: “Sueño con fetos, como todos los que estamos aquí: sueños de abortos, uno tras otro, de baldes de sangre salpicados por las paredes; árboles colmados de fetos gateando». Indagada por el contenido de los sueños que tenían ella y sus compañeros de trabajo, Tisdale dijo que son de «sangre salpicada en las paredes» y «árboles repletos de fetos gateando». En un taller de la Federación Nacional del Aborto con personal que realiza o ayuda a realizar abortos se extrajo lo siguiente:

Los trabajadores se preguntan si es que el feto siente dolor. Hablan sobre el alma y a donde va. Y acerca de sus sueños, en los que los fetos abortados los miran con ojos de ancianos (ancient eyes) y con sus manos y pies perfectamente desarrollados preguntándoles, “¿Por qué? ¿Por qué me hiciste esto?”. (MacNair, s.f.)

Por último, un informe presentado a la Asociación de Médicos de Planned Parenthood mencionó que dos empleados soñaron que «vomitaban fetos, junto con un sentimiento de horror». La conclusión fue la siguiente: «En general, parece que mientras mayor es el contacto físico y visual (de los médicos y enfermeras), se experimenta mayor estrés. Esto es evidente tanto en el estrés consciente cuanto en las manifestaciones inconscientes como los sueños.”

Conclusión

En el trabajo de acompañamiento a la mujer que practicó un aborto, la frase que más vuelve es: “Nadie me había dicho que era así. Nadie me había dicho el sufrimiento que supone.” Menciona la Socióloga Ségolène Du Closel (Du Closel, 2018), quien también nos relata en otro artículo la preocupación incluso de quienes están a favor del aborto:

En un Congreso sobre el Aborto en París, el 7 de marzo 2011, la doctora Sophie Marinopoulos, psicóloga y psicoanalista, comprometida a favor del aborto, dice: “Ese dolor no se ve, no se oye, no es racional. Sin embargo, se expresa. Se somatiza, se nota en el comportamiento, en el modo de relacionarse, se ve en los dolores de panza, de cabeza, en lágrimas, o en una cierta irritabilidad. Las mujeres que sufren, a veces incluso mucho tiempo después del aborto, están tristes y se arrinconan. Es muy importante no banalizar esos síntomas, sino poner palabras a esos males». (Du Closel S. , Aborto en Francia: 43 años de experiencia que llaman a la reflexión., 2018)

No podemos pasar por alto las evidencias del hecho que el aborto tiene consecuencias en la salud mental, tanto de la mujer que se expone como del entorno familiar cercano y de todos los profesionales intervinientes. Tampoco podemos dejar de mencionar que estas consecuencias son ocultadas por quienes promocionan el aborto como un “derecho” de la mujer. Relatos como estos demuestran que el síndrome postaborto existe, y que no puede negarse que el aborto deja una marca imborrable. No quiero extenderme más, pero otro ejemplo interesante es el de la mexicana Patricia Sandoval quien relata las consecuencias del aborto en la salud mental y emocional desde dos puntos de vista: como paciente y como empleada de una clínica abortista. (Sandoval, 2018). También es interesante el testimonio de la ex feminista radical Sara Winter quien afrontó un aborto en soledad y también las consecuencias psíquicas del mismo poniendo en riesgo su vida en varias oportunidades. (Winter, 2018). Ejemplos hay miles, y todos coinciden en la existencia del síndrome postaborto, sólo por citar algunos:

  • «Me dijeron que era la mejor solución. Pero no me hablaron del vacío emocional que iba a sufrir y que me ha destrozado interiormente. ¿No sé qué hacer con el dolor que siento?» – Nereida Ortiz.
  • «Cuando sostengo al bebé de un amigo, lo sufro todo otra vez. Siento una gran tristeza porque el mundo nunca conocerá a los dos hijos que aborté.» – Linda Marie.
  • «Físicamente no tuve problemas con mi aborto, pero emocionalmente viví un infierno que continúa conmigo diariamente.» – Terri Fangman.[16]

Tampoco se menciona el hecho de que no existe el acompañamiento post-aborto por parte de las clínicas abortistas ni del Estado sino que la mujer es abandonada para que se arregle como pueda con su sufrimiento. Las consecuencias del aborto son invisibilizadas para quienes van a practicarlo. Sería ideal que todo esto quede claro a la hora de “ofrecer el servicio”, que la mujer que piensa en terminar con la vida que está en los inicios de su desarrollo conozca las consecuencias que este acto acarrea. En este artículo solamente mencioné algunos de los casos que trabajé y con los que tuve contacto, pero puedo decir con total certeza y convicción que si una madre en crisis que está transitando un embarazo vulnerable puede hablar con su familia del tema, contarlo, consultarlo con sus seres más queridos, buscar consejería, opiniones y decidir con libertad y sin presiones, siempre va a elegir continuar con ese embarazo y no terminar con la vida de su hijo.

Al hablar del impacto en la salud mental de la mujer, no podemos pasar por alto el hecho que las mujeres fueron creadas con la exclusiva capacidad de ser madres y que desde su más tierna infancia crecen soñando con la maternidad. No importa la cultura, raza, lengua o religión, por identificación materna, todas las mujeres del mundo sueñan con ser madres en algún momento de su vida. La pregunta que debemos hacernos es: ¿Cuál es el impacto que tiene para una mujer el hecho de que su vientre, diseñado para dar vida, se haya transformado en el sepulcro de su propio hijo? ¿Alguien puede pensar que este es acto que no tiene consecuencias?

No podemos reducir el aborto a una decisión de una mujer en un momento de crisis. A pesar de que confío en que naturalmente la mujer nunca optaría por el aborto, y que dos de los factores principales que influyen en el aumento de la cantidad de abortos inducidos realizados son: La banalización del aborto (producto de la legalización); y la propaganda abortista (que oculta las consecuencias que éste conlleva). No puedo aceptar que algo tan importante como la vida de millones de seres humanos dependa de un hecho circunstancial, subjetivo y tan endeble como lo es la decisión de otro. Creo firmemente que el aborto es un hecho que carece de ética debido a que la dignidad es inherente a la naturaleza humana. Este es un hecho objetivo: La dignidad es parte de la esencia de la vida. Toda vida humana es digna de ser respetada, independientemente de las circunstancias en las que haya venido al mundo, la situación en la que esté, las decisiones que haya tomado o lo que haya hecho, por más grave que esto sea. Nada en el mundo tiene la capacidad de disminuir el valor intrínseco de la vida humana. La vida en todas sus facetas es un constante devenir, un movimiento permanente. Mientras hay vida hay posibilidad de cambio. Si hay vida, hay esperanza. Ningún ser humano bajo ninguna circunstancia puede arrogarse la facultad o el poder de decidir quitar o no la vida de otro ser humano. LA VIDA ES SAGRADA. LA VIDA SE RESPETA. LA VIDA NO SE TOCA.

[i] Ezequiel Baigorria es psicólogo clínico con experiencia en psicología comunitaria, graduado en la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Trabaja desde 2009 en acompañamiento y estrategias de intervención con niños y adolescentes con derechos vulnerados, desde 2012 en clínica con niños, adolescentes y adultos y desde 2016 trabajó en APS dentro de un equipo territorial interdisciplinario como uno de los referentes territoriales del sistema provincial de protección de niñas, niños y adolescentes hasta diciembre del 2018 en la provincia de Santa Fe, Argentina. También es Preventor de Abuso Sexual Infantil (ASI) formado en la fundación EPASI (Argentina).
Representante Internacional de La Red de Psicólogos y Psiquiátras al Servicio de La Salud Mental (RIPSEFAVI)


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Sindrome postaborto. Por Ezequiel Baigorria


Notas:

[1] Fuente: Red Nacional de acompañamiento a la Mujer con Embarazo vulnerable. Argentina.

[2] Fuente: Rue. Vincent et al (2004) Induced abortion and traumatic stress: a preliminary comparison of American and Russian women” Medical Science Monitor, 10 (10):SR5-16

[3] Fuente: Proyecto Esperanza. Acompañamiento postaborto.

[4] Diccionario de psicoanálisis Laplanche y Pontialis. Definición de Trauma psíquico. Pág. 447.

[5] Codirector de la alianza para la investigación y capacitación del aborto en los EEUU.

[6] Constelación: Conjunto numeroso y agrupado de cosas de la misma naturaleza.

[7] En la traducción de las obras completas de S. Freud de la editorial Amorrortu, el término aborto aparece ocho veces y en todas con una connotación negativa.

[8] S. Freud. “Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina” (1920). Apartado III. Tomo XVIII Pág. 159. Amorrortu Ediciones. Subrayado y negrita no pertenecen al original.

[9] “Artificial” como opuesto a aborto natural. Es decir, un aborto inducido o provocado.

[10] A. Shostak, Abortion & Men: Lessons, Losses & Love, NY: Praeger, 1984

[11] https://lessurvivants.com/

[12] Se le llama así al trauma que padecen las personas que estuvieron presente en un accidente o una catástrofe y sobrevivieron. Comúnmente los moviliza la pregunta ¿Por qué me salvé y no morí junto con los demás?

[13] Phillip Ney es un médico que creció en Canadá, se graduó en medicina en la Universidad de British Columbia y se capacitó como psiquiatra infantil y psicólogo infantil en la Universidad de McGill, Universidad de Londres y Universidad de Illinois. Es académico y clínico desde hace 30 años. Ha realizado investigaciones en sobre el abuso infantil durante 20 años. Durante su investigación descubrió la conexión que existe entre el abuso infantil y el aborto. Últimamente ha estudiado a niños sobrevivientes del aborto. Ney, P., “Deeply Damaged”, Victoria – Canadá, Pioneer Publishing, 1997, pág. 8. El Dr. Ney es uno de los especialistas que más investigó sobre las consecuencias del aborto en mujeres, hombres y entorno familiar.

[14] Basada en el best seller del N. Y. Times: “Gosnell: The Untold Story of America’s Most Prolific Serial Killer.” http://www.gosnellmovie.com/

[15] https://www.unplannedfilm.com/

[16] Fuente: ¿Por qué sufro tanto? Folleto distribuido por la organización Wisconsin Right to Life Education Fund.


Citas Bibliográficas

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